19/2/10

¿Por qué no voy a misa? Un análisis critico y breve del pensamiento Católico Romano y Protestante (Reformado) de la eucaristía (4ta parte).



Aplicaciones

Posiblemente, salte la pregunta ¿por qué es esto importante? ¿No deberíamos mejor apelar al amor y la tolerancia, y aceptarnos todos con nuestras posturas y opiniones, pues al final lo que importa es la sinceridad? Ciertamente la sinceridad de nuestro servicio a Dios y de nuestras creencias y/o doctrinas acerca de Él es importante, pero vivimos en tiempos en donde se ha intercambiado la verdad por la tolerancia y creemos que lo necesario no es la doctrina sino que todos nos aceptemos. Pero esta es una posición que no es apoyada por Cristo y su palabra, y al final ninguno vive ni puede vivir a la luz de esta. Es importante y necesario que lo que creamos sea la verdad pues cometer un error en nuestro entendimiento de Dios, y específicamente en temas tales como la salvación de nuestra alma, traerá consigo consecuencias de repercusiones eternas. Hay personas que están sinceramente equivocadas, lo cual nos dice que la sinceridad en sí misma no es suficiente, es necesario que esta esté basada en la verdad.


Cristo dice: “El que me ama mi palabra guardara,……. el que no me ama no guarda mis palabras” Juan 14:23-24. De ninguna manera debemos tomar este tema en poco, y mucho menos aceptar ambas posturas pues ambas van una contra la otra, la realidad de nuestro amor por Cristo esta en juego.



Amigo Católico Romano, seguramente es tu sincero deseo el agradar a Dios y hacer su voluntad. Es muy fácil querer la voluntad de un Dios hecho a nuestra medida, que no demande mucho de nosotros, pero tristemente ese no es Dios. El amor a Dios se demuestra en una humilde y sincera devoción por Dios, tal y como El se revela en su palabra. Sus atributos, tales como su santidad, justicia, Ira, y no solo su amor, te deben ser deleitosos y aceptados, pues El es Dios. Ahora bien, no solo tienes un sincero deseo de agradar a Dios, sino que no deseas ser condenado en el infierno, tu deseas ser salvo. Y preguntamos, ¿En base a qué piensas presentarte como digno del cielo, ante el trono de Cristo? La palabra de Dios, es enfática al declarar que dado que todos hemos pecado, y estamos manchados por el pecado, nada hay que podamos hacer en nosotros mismo. Más Dios, siendo el ofendido, en su gran amor, viendo nuestra terrible y perdida condición, se ha acercado a nosotros lleno de gracia y bondad proveyendo un medio único y eficaz para traer salvación a millares de pecadores, ofreciendo a su unigénito Hijo, El Señor Jesucristo, quien siendo Dios, se despojó de su gloria y ocupó el lugar que tu y yo merecemos y cargó con nuestras culpas en la Cruz. El sacrificio de la Cruz fue el lugar donde Dios el padre trató a Dios el hijo como si fuera el más grande de los pecadores, donde Dios el padre trató a Cristo como tú y yo merecemos. Ese sacrificio consumado de una vez y para siempre, ha pagado para todos aquellos que creen en Cristo su ticket para entrar al cielo, y el medio por el cual el pecador se une a Cristo, es únicamente el arrepentimiento y la Fe.


Algunos textos de las escrituras que dejan en claro esta verdad:

Efesios 2:8-10

Por Gracia sois salvos, por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras , para que nadie se gloríe.”


Hechos 17:30

“…Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.


Juan 3:16-17

“De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en el cree no se pierda mas tenga vida eterna”

1 Timoteo 2:5-6

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”.


Colosenses 2:13-14

“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio clavándola en la cruz”.


Gálatas 2:16, 20-21

“…. Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificando.

Con Cristo estoy Juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley (o alguna clase de sacrificio que yo deba hacer) fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. (palabras entre paréntesis añadidas por el autor)


¿Sabías que cada vez que acudes al ritual de la misa, lo entiendas o no, estas sencillamente diciendo que ese sacrificio hecho en la cruz, no ha sido suficiente? ¿Sabías que cada vez que tomas los elementos, viendo en ellos una víctima que esta ‘siendo’ entregada por ti, estás diciendo, que aquella preciosa sangre derramada hace 2000 años en la cruz del calvario, aquel sufrimiento, como no ha habido ninguno, no es suficiente para salvarte? Te invito a que evalúes tu vida y consideres seriamente la verdad infalible y toda suficiente de la palabra de Dios, que ella sea tu guía y única fuente inerrante de vida y practica. Este tema puede ser ampliado mucho más, pero hasta aquí se ha cubierto, de manera condensada y directa enseñanzas claves referentes a este tema. Espero seas motivado a considerar más ampliamente la verdad detrás del sacrificio de Cristo y su permanencia y diferencia ante nuestros sacrificios de adoración entregados hoy por medio de Cristo.


¿Por qué no voy a una misa? Porque Cristo Jesús, de una vez y para siempre hizo lo que nunca podré hacer, derramó su sangre y entregó su vida en mi lugar. ¡Llevó a cabo una obra que jamás podré igualar y Gloria a Dios por eso!!! Jamás requerirá de añadiduras. Lo que hoy me queda es sencillamente, ofrecer mi adoración por medio de Él, que abrió un camino vivo al padre.


Mi Amigo protestante, te hago la misma pregunta, ¿En qué descansa tu confianza para ir delante de Dios y llegar a Él? Temo que muchos, que se proclaman cristianos, yerran en el blanco al considera su fundamento para ser aceptos delante de Cristo. Espero que tu respuesta pueda ser sincera y que humildemente puedas responder que tu esperanza está en Cristo y su obra redentora, llevada a cabo eficazmente en la cruz del calvario y que nada haces hoy para añadirle sino que te deleitas en saber que en El y solo en El eres acepto.

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