17/2/10

¿Por qué no voy a misa? Un análisis critico y breve del pensamiento Católico Romano y Protestante (Reformado) de la eucaristía (3era parte).



La respuesta Católica a las enseñanzas de la reforma protestante respecto al sacrificio de Cristo y el sacrificio de la misa y todos los demás puntos en que se trajo cuestionamientos a la iglesia católica, fueron presentados en lo que se ha llamado la contrarreforma protestante. La distinción entre el sacrificio de Cristo y los nuestros resaltada por el protestantismo fue condenada por la iglesia Católica Romana en el Concilio de Trento (1545-1564). Su 22a sesión, en 1562, se centro en el sacrificio de la misa. Citaremos algunos de los cánones, que condensan de manera particular lo que fue la opinión de Roma referente a este tema.



H.J. Schroeder (ed.) en su “Canons and decrees” sesión XXII, capitulo 2 dice:

“Puesto que en este sacrificio divino que se celebra en la misa esta contenido e inmolado de una manera incruenta el mismo Cristo que una vez se ofreció a sí mismo de manera cruenta en el altar de la Cruz, el santo concilio enseña que el mismo es verdaderamente propiciatorio… porque, apaciguado por este sacrificio, el Señor concede la gracia y el don de la penitencia, y perdona hasta los delitos y pecados mas graves. Por cuanto la víctima es una y la misma, la misma que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes que entonces se ofreció en la cruz, siendo solo diferente el modo de la ofrenda.

De manera particular los tres primeros cánones de la sesión 22 del concilio de Trento dictan como sigue:

Canon 1: Si alguien dice que en la misa no se ofrece a Dios en un sacrificio real y verdadero…… sea anatema.

Canon 2: Si alguien dice que por las palabras “haced esto en memoria de mi” Cristo no instituyó a los apóstoles en sacerdotes, o no ordenó que ellos y otros sacerdotes ofreciesen el propio cuerpo y la propia sangre de Él, sea anatema.

Canon 3: Si alguien dice que el sacrificio de la misa es solo de alabanza y acción de gracias; o que es una mera conmemoración del sacrificio consumado en la cruz pero no un sacrificio propiciatorio, sea anatema.

Lo que esta sesión del concilio de Trento quiso dejar bien en claro, es el desacuerdo y ataque a las enseñanzas de los reformadores en lo que respecta al significado de la misa. Los cánones de este concilio siguen en vigencia como parte de la enseñanza oficial de la Iglesia Católica Romana, su esencia ha sido confirmada en el curso del último medio siglo, por ejemplo, en dos encíclicas papales. Pío XI, por ejemplo, en su Ad Catholici sacerdotii (1935) describió la misa como, en sí misma, “un sacrificio real… que tiene verdadera eficacia”. Continua, “La inefable grandeza del sacerdote humano se destaca de todo su esplendor, porque tiene poder sobre el cuerpo del mismo Jesucristo. Primero, lo hace presente en nuestros altares, y luego en el nombre de Cristo mismo lo ofrece como víctima infinitamente agradable a la divina majestad”.

En mediator Dei (1947), Pío XII afirmó que el sacrificio eucarístico “representa, vuelve a representar, renueva y demuestra el sacrificio de la cruz”. Este es verdadera y apropiadamente la ofrenda de un sacrificio” (párrafo 72). Además dice que: “en nuestros altares, Cristo se ofrece a si mismo diariamente por nuestra redención” (párrafo 77). Y más adelante agrega, “la misa de ninguna manera deroga la dignidad del sacrificio de la Cruz, puesto que es un recordatorio de que para nosotros no hay salvación sino en la cruz del Señor Jesucristo” (párrafo 83).

Como bien dice John Stott en su libro “La cruz de Cristo” referente a las palabras del párrafo 83, que a primera instancia pudieran parecer correctas: “A pesar de la afirmación, de que la misa de ninguna manera deroga el sacrificio de la cruz, al llamar a la eucaristía en el mismo párrafo ‘la inmolación diaria’ de Cristo, inevitablemente le resta valor al carácter histórico definitivo y a la eterna suficiencia de la Cruz. Hay tres elementos particularmente irritantes en estas afirmaciones del concilio de Trento y en las posteriores encíclicas papales, que requieren clarificación. Al ser una inmolación diaria si bien incruenta de Cristo, el sacrificio de la misa (1) es distinto de su sacrificio ‘cruento’ en la cruz y lo complementa, (2) es obra de sacerdotes humanos, y (3) es ‘verdaderamente propiciatorio’”(pág. 292).

Tras esto queda de ti mi amigo que lees, que quizás eres católico Romano o protestante, el considerar seriamente cuál es tu posición. Me temo que muchos católicos Romanos desconocen lo que hasta aquí se ha planteado. Vas a Misa, con tal ligereza que no te inquietas por saber que hay detrás de lo que haces y/o crees.

Las diferencias entre ambas enseñanzas, la católica Romana, basada en encíclicas papales y eiségesis bíblica apoyada por tradiciones de hombres, y las de la reforma protestante, como hasta aquí han sido analizadas, nos deja ante opiniones que no pueden ser reconciliadas aceptando ambas.


Para finalizar, en la próxima parte veremos algunos puntos de aplicación, que deberíamos derivar de estas enseñanzas, que ciertamente demandan de nosotros una respuesta. Todo estudio de este tipo es necesario llevarlos a la practica, de nada nos servirá tener y/o conocer la sana doctrina y la verdad de Dios para tenerla de adorno en nuestras mentes. El llamado es a ser hacedores y no solo oidores (santiago 1:22).

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