“Grandes multitudes iban con El; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mi, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mi, no puede ser mi discípulo. Porque ¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de el, diciendo: este hombre comenzó, y no pudo acabar. ¿O que rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra el con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro esta todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” Lucas 14:25-33
Nos encontramos en lo que tradicionalmente se conoce como la pascua, semana santa o semana mayor, y si bien pocos entienden correctamente que significa y que implica esta semana, ciertamente es notorio un despertar en muchas personas que ya sea por costumbre o simplemente para quedar bien consigo mismos o con otros son presionados a dedicar estos días a una supuesta reflexión espiritual o recogimiento. Estos son días de meditación, te dicen ellos. Aunque muchos en su sinceridad ven en esta semana la oportunidad para dejar salir todo deseo pecaminoso descontroladamente, dando rienda suelta al libertinaje característico de la carnalidad y mundanalidad, otros sin embargo entienden que deben dedicar una que otra hora a visitar la iglesia, pues este es un tiempo santo, estamos en semana santa; muchos jóvenes buscan participar de actividades eclesiásticas tales como pascuas juveniles o retiros espirituales, muchos de ellos movidos por la invitación de amigos y familiares.Estando este pasado viernes en una clase de la universidad, poco antes de que esta terminara, se inicio una especie de dialogo profesor-estudiantes en el que los muchachos empezaron a desglosar sus actividades para la semana santa, luego de una lista larga que incluía visitas a las playas, balnearios, casas de veraneo, fiestas, benberrias, etc. El maestro hizo saltar la pregunta ¿Y ustedes no van para la iglesia? En una ocasión similar, un compañero de clase al conversar con otros acerca de los planes para realizar algunas asignaciones en esta semana, fue rotundamente radical en que el jueves no podía hacer nada pues el iba para la iglesia y el necesitaba separar ese día de la semana para dedicarlo a Dios, a lo que los demás respondieron con tono de burla: te olvidas de Dios 364 días y piensas estar bien con ir solo uno en esta semana. Y pensar que esta respuesta provino de jóvenes que no conocen a Dios.
En ambas situaciones veo algo en común, y es que muchos dan por sentado que esta semana ha de ser especial, debe dedicarse a Dios aunque sea un día; quizás tu que lees eres de los que entiende que es propicio dedicar parte de la semana o mas aun toda la semana a cosas que tengan que ver con religión, con Dios y con Cristo; ahora bien, ¿Es esta la opinión de Cristo respecto a lo que debemos dedicarle? ¿Se conforma Cristo con una semana de tu vida? ¿Recibe el tu servicio de semana santa? ¿Esta El complacido con el cristianismo de semana santa?
Quisiera tomar como punto de partida el texto que presento al inicio, el cual cuenta las palabras de Cristo en una ocasión muy peculiar durante su ministerio terrenal, el cual entiendo se asemeja mucho a lo que se vive hoy en día durante esta semana. Me serviré de la respuesta de Cristo a las multitudes para hacer un llamado a las multitudes de hoy en día, de jóvenes, adultos y ancianos que entienden deben buscar durante esta semana algo espiritual, algo que sirva para llenar ese requisito que ellos deducen tener, ante Dios.
Hoy muchos se levantan temprano, se dirigen a diversas actividades, otros se quedan en sus casas en una supuesta meditación o reflexión; al igual que las grandes multitudes siguiendo a Cristo, grandes multitudes de jóvenes llenan muchas iglesias, al igual que las multitudes siguiendo a Cristo, hay algo hoy que los cristianos de semana santa no han entendido y es necesario que Cristo se detenga, se vuelva a ellos y les diga:“Si alguno viene a mi, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mi, no puede ser mi discípulo.” Hoy es igual de necesario hacer resonar las palabras de Cristo en medio de la multitud de jóvenes y adultos que tienen en poco la persona de Cristo, quizás no con sus palabras sino mas bien con sus hechos, deseosos de estar en la multitud, mas sin una disposición y entendimiento de lo que envuelve el ser discípulo de Cristo, se hace necesario detener la corriente que se levanta en nuestros días de ver el cristianismo como una moda y no como lo que realmente es. El considerar a Cristo como objeto de mi devoción por un día en la semana, o por una semana en todo un año se opone al concepto mismo de ser su discípulo, es necesario que tomes tu vida y la pases por el cedazo que Cristo nos presenta aquí. La multitud es grande, es necesario poner las cosas claras para diferenciar entre pertenecer a la multitud de los que van tras Cristo de una forma simplista y desconsiderada y de los que son verdaderos discípulos de Cristo. Cristo no busca multitudes, el busca discípulos, y el ser discípulo tiene un costo que debes considerar seriamente. Quizás estas participando de alguna actividad religiosa en esta semana, te sientes bien y lleno de entusiasmo, permite pues que las palabras de Cristo persuadan tu mente a considerar genuinamente si estas tomando en cuanta lo que cuesta seguir a Cristo. No es de extrañar que muchos en esta semana sean participes de coloridas actividades, muchas haciendo mención de Cristo, de su muerte y resurrección y la próxima semana el color se haya ido, siguiendo el mismo ritmo y patrón de vida de antes. El cristiano de semana santa es una versión falsa y cómoda del cristianismo, de acuerdo a las palabras mencionadas por Cristo en nuestro texto, que muchos han comprado en su ignorancia o para sentirse bien consigo mismos. Ahora bien, ¿Qué es lo que anda mal con esto? ¿Por qué se da tanto en nuestros días al igual que en los de Cristo, el que multitudes se dispongan a dedicar algún tiempo para Dios, supuestamente en esta semana, sin una actitud correcta, perseverante y comprometida? ¿Por qué muchos viven el cristianismo de semana santa? Creo que Cristo nos da la respuesta y se deduce de nuestro texto, y es que hay un entendimiento incorrecto de lo que envuelve el seguir a Cristo, y este mal entendimiento radica en al menos dos cosas: una equivocada presentación del evangelio, y a su vez una mala apreciación del mismo. Con respecto a la presentación, Cristo confronta a las multitudes, dándoles un concepto correcto de lo que es ser su discípulo, y con relación a la apreciación que le damos, nos da dos ilustraciones en forma de parábolas para que veamos como se ha de responder al mismo. Es necesario que entendamos que con Cristo es todo o nada, sus palabras no dan lugar a la duda ni a la parcialidad, con El no existen medias cintas, con sus palabras nos deja claro que no hay tal cosa como un pie en el mundo y otro en el cristianismo, un cristiano en semana santa y el resto del ano como me da la gana, que Cristo merece y exige todo de nosotros o nada. Démonos cuenta que el llamado es a aborrecer (tener en menos estima) a padre y madre y hermanos e hijos e hijas y etc. No dice, aborrecer a padre o a la madre, como si con solo tener a alguno por debajo de Cristo fuese suficiente. El dice incluso que quien no aborrece su propia vida, por si acaso faltaba algo, no puede ser su discípulo, el llamado de Cristo es a radicalidad no a parcialidad. ¿Alguna vez has visto tu a Cristo de es manera? ¿Te estas acercando tu hoy a Cristo con el entendimiento de que con El es todo o nada? Lo que marcara la diferencia entre que seas uno más de la multitud y aquellos que son genuinos discípulos descansa considerablemente en que entiendas eso. Cristo nos ilustra la manera correcta de percibir el discipulado cristiano, no es con un simple asentimiento intelectual que nos deja en la pasividad, tampoco es con una respuesta emocionalista, Cristo nos exhorta a que calculemos. Ya el nos ha dado el precio: TODO, ahora debemos actuar con tacto: CALCULANDO. La idea principal de ambas parábolas es que nadie en su cabal juicio se dispone a aceptar o envolverse en algo, a menos que haya calculado, lo cual infiere una consideración detenida y racional de lo que ha de hacer. Lo sabio y sensato es que calculemos lo que implica el cristianismo antes de envolvernos en el, ¿Has calculado tu lo que te costara seguir a Cristo? La inferencia clara de ambas parábolas es que, si para las cosas terrenales como lo son el construir una torre o ir a la guerra, se toman en consideración tantas cosas. Lo más lógico y prudente es que hagamos lo mismo y aun más para con las cosas eternas. Es absurdo el que para las cosas que perecen tomemos en cuenta tantas cosas para cuidarnos de no quedar mal y de poder corresponder a las demandas de eso y que para el mas glorioso llamado, el ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12), llamarnos cristianos, seamos tan flojos y poco serios. Es totalmente contraria a la definición misma del cristianismo bíblico tal actitud. A ti mi amigo “cristiano de semana santa” te pregunto nuevamente, ¿Has calculado seriamente lo que cuesta seguir a Cristo? En este sentido, debemos preguntarnos, ¿Por qué se presenta el seguir a Cristo como algo de tan alto precio? Quizás digas: a mi no me presentaron tal cristianismo; el punto aquí es que lo que acabamos de ver son las palabras de Cristo, El mismo ha puesto el precio. Pero, ¿Por qué Cristo presenta el verdadero discipulado como algo de tan alto costo? Creo que el precio descansa en dos factores vitales, primero en el valor de la persona de Cristo, El es Dios, y por ende merece de nosotros nuestra devoción, adoración y vida. Segundo, en el valor de su obra, El ha hecho por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos.Estando muertos en nuestros delito y pecados, merecedores de la justa ira de Dios, el entregó su vida en nuestro lugar, padeció una sola vez por nuestros pecados, El fue el justo que fue dado por los injustos para llevarnos a Dios, habiéndolo dado todo no es de mas que El lo demande todo, habiéndonos abierto el mas glorioso camino, el camino al único Dios vivo y verdadero, no es de mas que debamos rendirnos por completo. ¿Has visto tu a Cristo tal cual El es? ¿Has visto en su obra redentora, tu más preciado remedio? ¿Has abrazado por la fe su eterno sacrificio, llevándote esto a darlo todo? Estas son las preguntas que hemos de hacernos cada uno individualmente, pues cualquiera de nosotros que no renuncie a todo lo que posee no puede ser su discípulo. ¿Te atreverías a envolverte en un negocio que demande de ti responsabilidades económicas de gran alcance, de tanto, que pensando sabiamente, sabes no puedes manejar? ¿Por qué pues juegas con Cristo? Si eres de los que esto hace, te engañas a ti mismo mi amigo. Procura calcular lo que cuesta seguir a Cristo; si observas tu perdida condición apartado del único salvador de pecadores, tu terrible destino por causa de tu pecado, y luego te vuelves al Cristo sufriente en el madero por nuestras rebeliones, ofreciendo vida a todo aquel que cree, no te será difícil llegar a la conclusión de que vale la pena perderlo todo para ganar a Cristo, que es mejor perder lo que no puedes preservar(el mundo y sus placeres), para ganar lo que no puedes perder (Cristo). Cristo es un potente y único salvador, El es el único camino, la verdad y la vida, nadie ira al padre sino es por medio de El, El es el único nombre bajo el cielo, dado a los hombre en quien podemos ser salvos, pues hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombre, Jesucristo. Acércate pues a El hoy, en arrepentimiento y fe, declarándole tu pobreza e incapacidad y serás recibido con torrentes de lluvias de gracia.
7/6/09
Cristiano de Semana Santa
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